abuela cachonda ordeñando pollas en la cama

Abuela Cachonda despertó con la luz del sol, iluminando su lecho. Su corazón latía furiosamente, mientras sus manos apretaban suavidamente la cama. Ella solo sentía sus manos como si estuvieran orando, el fuego en su cuerpo parecía aumentar. Abuela Cachonda sabía que ese era el momento, ese momento intenso lleno de deseo. Lentamente, sus manos empezaron a descender mientras sus dedos acariciaban rítmicamente la suave cama. Abuela Cachonda soltó un gemido, su deseo ardía dentro de ella, estaba lista para ordeñar pollas. Así que ella descansó tímidamente su cabeza entre sus brazos y cerró los ojos, esperando el placer que la liberaría de sus deseos más íntimos.