una anciana chupando y acariciando sus tetas

La anciana estaba recostada en la cama, mirando el techo. De repente comenzó a sentir una gran excitación, sin entender por qué. Su cuerpo parecía estar vivo con el deseo, deseo que calentaba todos sus poros. Se tocaba suavemente con sus dedos arrugados mientras acariciaba y besaba sus propias tetas. Lo único que quería era sentir placer. Se inclinó ligeramente para chupar delicadamente sus pezones, mientras gimoteaba de gozo. Esta vez no se avergonzaba de desear su propio cuerpo. Era un placer excitante, placentero que la dejaba satisfecha. Sintió su cuerpo temblar mientras sus pensamientos se volvían cada vez más y más intensos. Estaba disfrutando del hecho de tomar el control de su propio placer.